Ácratas y crotos
Buenos Aires, 2004.
Informes del Sur, cuadernos de investigación / Ediciones BP.
Prosa.
La militancia trashumante: los crotos
“Cumple lo que otros escriben, vive la propaganda que otros propagan. El linghera es un compañero nuestro, nuestra palabra hecha carne, la Anarquía nuestra vivida al aire y al riesgo. ¡Salud, hermano!”
Rodolfo González Pacheco
Mi padre discutía con su cuñado, Pedro Fraga, el esposo de mi tía Isabel. Ambos eran libertarios, individualistas, pero tenían enfoques diferentes. Mi tío Pedro consideraba que había que redimir a los más humillados, a los más desamparados. Odiaba la demagogia y al clero con tanta vehemencia como mi padre. Reunía en la cocina de su humilde hogar a todo zaparrastroso que caminaba por Piñeiro. Los dejaba dormir en la cocina ante el miedo de mi tía Isabel, que sufría los estados emocionales de su esposo. Quería que dejasen la bebida. Les servía sopa y un vaso de agua. Les leía El Quijote, les hablaba de la solidaridad humana, de la Guerra Civil Española y de la hipocresía de la Iglesia. Éstos solían estar dos o tres días como máximo escuchando sus sermones laicos para huir inesperadamente. Si alguno de ellos regresaba en estado de ebriedad, mi tío lo recibía con su escopeta apuntándolo a la cabeza. Mi padre le decía que eso no conducía a nada, que perdía el tiempo. Mi tío insistía en que la lectura, la sopa y el vaso de agua purificaban el espíritu. Era un hombre de una fuerza descomunal, noble, cándido. Deseo recordar algo que jamás volvía a ver: los pájaros estaban libre s por toda la casa y comían de la palma de su mano. Se apoyaban en su calva o en sus hombros.
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Tuve la oportunidad de presentar el libro que escribió Hugo Nario sobre Beppo Ghezzi. Beppo fue croto durante veinticinco años. Viajó a lomo en los trenes cargueros de toda la Argentina. Naturalmente, militó en la Acracia. Los campesinos europeos, paupérrimos, trabajaron en la Argentina en las cosechas de trigo y maíz. Aprendieron a viajar clandestinamente en los trenes cargueros. Solían prepararse la comida a orillas de la vía. Dormían cerca de las estaciones a campo raso. Llevaban sus pocas pertenencias en un atadito de ropa que llamaban la linghera, pues eran italianos en su mayoría. Con los años el vocablo se transformó en linyera. Después de la Primera Guerra Mundial los braceros fueron criollos y apareció un nueva palabra: croto. Mientras en la mayoría de los crotos o linyeras la motivación era trabajar en las zonas agrícolas hubo quienes retornando de las chacras comenzaron a ser profesionales de la vía. Era gente con dolores callados y pasado inquietante. Nadie preguntaba en ese mundo las razones de su errabundia. En la década del ’20 y del ’30 mucho militantes anarquistas eligieron este camino. Para no hacer el servicio militar y para rechazar el sistema. En sus monos llevaron panfletos o libros de Fauré o folletos de Malatesta. El ideal libertario buscaba en los obreros rurales la insurrección pues eran los más desamparados de la tierra.
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Beppo era un ser excepcional, único. Una sola anécdota contaré. En Tandil un grupo de compañeros le compraron después de casi 30 años de deambular una casita. Se la pintaron y amoblaron. Contaban que Beppo acostumbrado al canto de los pájaros y al cielo sacaba el colchón al jardín y así dormía. No podía soportar el techo. Borda, igual que Beppo y tantos otros, buscaban la automarginación, pues no soportaban las normas sociales. Eran parecidos a los pájaros, puedo contar anécdotas de ellos igual que las de Pedro Godoy o las Alfredo Pippig. Recorrieron aquella vida con agudeza y sensibilidad. Junto a ellos los nombres de Luis Danussi, Héctor Woollands o Pedro Iatauro. Eran hombres que amaban la alpargata, el transporte personal, la vagabundia que los llevaba de estación en estación, de puerto en puerto.
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El anarquismo tradicionalmente ha sido negado en Latinoamérica. Nombres como los de Flores Magón (México), González Prada (Perú), Rafael Barret (Paraguay), Saturnino Martínez (Cuba), Enrique Roig (Cuba), Fabio Luz (Brasil), Astrogildo Pereira (Brasil), en Bolivia firmaban con sus nombres de combate Ramón Iturri (Tomás Katavi), Arturo Borda (Calibán), Desiderio Osuna (Rebelde) o Salustiano Lafuente con sus iniciales. En Chile publicaciones anarquistas cubren Valparaíso, Punta Arenas e Iquique. Y un tolstoiano: Fernando Santivaín. En Uruguay Florencio Sánchez, Armando Vasseur, Ángel Falco, Roberto de las Carreras. Estos son algunos de los nombres de los precursores de una línea que se divulgó a lo largo de las primeras décadas del siglo XX a través de cierto criollismo y más tarde de la adhesión a la República Española. Sus textos y su teatro eran vistos por el pueblo. Escritores, periodistas, dramaturgos, intelectuales del anarquismo latinoamericano del 1900 no sólo estaban en los lugares de trabajo, en sus viviendas, en sus ateneos sino que permanentemente redactaban manifiestos, proclamas, protestas. Y marchaban de las fábricas o de los conventillos a las tribunas. Los nombres de Bakunin, Malatesta, Kropotkin, Reclús o Anselmo Lorenzo no eran desconocidos por miles de obreros de aquella época.
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Una de las personalidades más destacados del movimiento sindical anarquista que tuvo la Argentina es sin duda Luis Danussi. Influyó notablemente en mi formación moral e ideológica. Gracias a él conocí hombres incuestionablemente honestos y brillantes. Algunos nombres: Cuadrado Hernández, Ciriaco Duarte, Diego Abad de Santillán, Enrique Palazzo, Jacobo Prince, los Quesada, Ángel Borda, Jacinto Cimazzo (Jacobo Maguid), Luce Fabbri, José Grunfeld, Pascual Vuotto, Manuel Villar, Marcelino Román, Osvaldo Bayer, Luis Di Filippo... interminable la lista.
Durante décadas estuvo en el consejo de redacción de Reconstruir, una de las revistas más importantes del anarquista en América. Pero integró además el consejo de la Editorial Reconstruir. Algunos autores allí editados: Horacio Roqué, Luis Franco, Agustín Souchy, Herbert Read, Ramón Sender, Francisco Romero, Eugen Relgis, Rudolf Rocker, Gastón Leval, además de los clásicos. Ni víctimas ni verdugos, de Albert Camus se publica gracias a la correspondencia que Danussi tuvo con el célebre autor. La casilla de correo llevaba su nombre y el número 320. Cuando es detenido en una oportunidad por la policía especial del peronismo –la primera fue a los 14 años cuando querían tomar un cuartel en defensa de Sacco y Vanzetti- pensaban que el nombre era un seudónimo y el número una clave. Fue además secretario general de los gráficos y regresó al taller después de cumplir su “mandato”.
Algún día alguien escribirá su biografía donde señale su militancia sindical, su vida de croto -que siempre recordó con felicidad-, su pasión por la literatura y las artes, que fue el que recibió en el puerto de Buenos Aires el único documental que se filmó en plena Guerra Civil Española: Amanecer sobre España. De allí surgiría años después, Morir en Madrid. Fue perseguido por la dictadura populista y por las otras, formó a jóvenes con su habitual calidez, en tono equilibrado. Su fineza de orador emotivo, su temperamento sencillo pero enérgico, su fraternal amistad, su cotidiana honestidad están presentes en todo aquellos que lo conocieron. Pero además era un gustador del cine francés, del teatro de Ibsen y de Miller. Y de los cuentos policiales, escritor él, de uno de antología. Y traductor del francés y el italiano.
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Carlos Kristof partifipó desde su juventud en las grandes luchas sociales. En plena juventud vino a Buenos Aires desde Taif Viejo, provincia de Tucumán, con las lecturas de los viejos militantes del anarquismo y de la F.O.R.A. Fue secretario general del gremio de plomeros, combatió a los mercaderes y amibistas del movimiento obrero, y propició un sindicato libre de la tutela de los gobiernos y de los partidos políticos.- Su lucha frontal le deparó miseria, sinsabores, persecución, confinamiento. Predicó con la acción y el ejemplo. Escribió en periódicos, manifiestos, boletines, memorias y en la prensa de la F.O.R.A. Fue linotipista, peón de albañil. Conoció las cárceles de Villa Devoto, Santa Rosa, Viedma, Rawson y Esquel. Una figura de excepción en el movimiento sindical argentinoun lector lúcido, un orador brillante. Una militancia llena de idealismo, de pureza, de contenido. En 1972 lo conocí en mi casa cuando me visitó junto a Liber Forti. Falleció, antes de cumplir los 55 años, el 17 de mayo de 1976.
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Liminaria
Venid y pisad, oh viajeros, la nave rebelde
Que no iza bandera en sus mástiles,
Que flota sin ley ni señor.
Las velas tendidas al viento, recoge sus anclas:
No tiene piloto ni brújula,
No lleva ni quiere timón.
Navegue feliz o perezca, se arroja a los mares,
Se arroja por sirtes y vórtices,
Sin Luna, luceros ni Sol.
Con pecho gozoso y altivo, me lanzo la nave...
Oh mar de los libres ¡acógeme!
Oh tierra de esclavos ¡adiós!
Manuel González Prada
(Libertarias, París, 1938)
6 comments
En este año 2009 me parece increíble que aun existamos los soñadores de la Libertad, los despreciadores del sistema social-económico-político. pero es cierto...
ResponderEliminarEstimado Penelas, he leído su libro sobre el doctor Favaloro, está plagado de verdades, de denuncias, de altos pensamientos y de broncas narradas con pluma poética y sensible. Y en cuanto a crotos y ácratas debo decir que bauticé: Los titeres de Beppo, a mi retablo itinerante en honor a Beppo Ghezzi, a quien conocí en Tandil, tambien trabé una entrañable amistad con el pepe Lunazzi, socialista libertario que había donado su cadáver a la facultad de medicina, elevando una carta en tiempos de la dictadura del 76 al rector de la Universidad de La Plata, diciendole que si no podía entrar vivo a esa Casa, que lo dejaran entrar muerto para que por lo menos su materia sirviera de objeto de estudios prácticos a los estudiantes. También alcancé a conocer al último anarquista expropiador, al paisano Emilio Uriondo de los pagos de Magdalena. Un gusto y felicitaciones por este blog. Raúl Beppo Andrioli, desde la ciudad de La Plata, vecino del barrio del Mondongo, la primera patria de Rene Favaloro.-
ResponderEliminarme gustaria saber mas sobre emilio uriondo, gracias. duk.elli@hotmail.com
EliminarHola, felicitaciones por el blog!
ResponderEliminarMi nombre es Daniel Ekdesman. Estoy escribiendo mi tesis de grado sobre los crotos anarquistas y me gustaríamucho leer su libro sobre el tema, para poder después entrevistarlo a usted. Me diría en principio cómo lo consigo? Muchas gracias!
mi viejo lo conocio a carlos kristof en los años
ResponderEliminaren los años 50 porque en esos años hacian piquetes porque estaban en huelga, y si no estabas de acuerdo te pegaban, como mi viejo no estaba de acuerdo con sus modos lo sancionaron con 6 meses de suspencion como plomero ,fueron años muy duros para mi viejo,porque recien estaba casado y lo perdio todo !gracias al sindicato!.
hola, como y donde puedo comprar un ejemplar de esta obra?? muchas gracias.
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