Ya lo sabemos, viene de lejos. Stop. Pan y vino. Stop. Pan y circo. Stop. Se cae todo, se ve cómo se cae, pero seguimos. Stop. Una suerte de decadencia mundial. Stop. Una vergüenza colectiva. Stop. La imbecilidad, el capitalismo y el delirio. Stop. Así nadie piensa, stop. Así nadie siente. Stop. Y nos damos con todo. Fútbol, barrabravas, curas pedófilos, estrategias, derrame de petróleo, repartimos enchufes, repartimos escarapelas, repartimos sánguches. Stop. Decimos África y decimos Coca-Cola, decimos Maradona, Pelé, Chávez. Decimos revolución o muerte o decimos sólo unas doscientas palabras. Stop. Cada cosa en su lugar. Y jugamos al Don Pirulero. Stop. Y los políticos mienten, la policía miente, los jueces mienten, los embajadores mienten, los empresarios mienten, los sindicalistas mienten. Stop. Viva el Mundial de Fútbol. Stop. A tapar cosas. Stop. Aquí y allá. Stop. Por arriba y por abajo. Stop. En la televisión y en los multimedios, en el jardín de infantes y en la cama de mi vecina. Stop. A jugar al Gran Bonete. A jugar. Stop.
Decía Federico Nietzsche que "hay que volver a la muchedumbre; la soledad ablanda, corrompe y pudre". Se ha editado un libro de la psicóloga Susana Balán: La utopía amorosa. En él analiza las diferentes formas de amor de pareja, cómo se manifiesta desde lo social hacia lo privado, el distinto itinerario de los hombres y las mujeres de las últimas décadas. Para ella, el amor de pareja es el motor para poder modificar una sociedad. Sin duda existe el amor idealista, el amor pasional, el amor terrenal, el amor institucional. Mucho se discutió en la década del '70 -a la cual pertenezco- el amor burgués y el amor militante. Se construyeron utopías sociales, luego apareció el discurso escéptico e individualista en los años '80, hasta llegar a ese extremo que representa el individualismo salvaje, alejado de toda ética, de toda solidaridad, de toda responsabilidad. Creemos que el amor pasional dinamita a una sociedad. Provoca locura y ruptura a la vez. Se enfrenta al amor institucional, al amor autoritario y formal. El amor pasional es un amor combatiente, insurrecto, que finaliza por lo general en la disociación y el descuartizamiento. El amor institucional reúne a los señores formales y a las señoras en un hotel alojamiento o en un "bulín". Por otro lado el amor idealista y el amor terrenal.
En El sexo puesto de Daniel Samper, hermano del presidente de Colombia, el autor nos señala con ironía y mordacidad del proceso de conquista de la mujer, de lo aburrido que se pone la pareja luego del primer encuentro, de lo horrible que es que a uno lo llamen "papito" o "gordito", del lenguaje amoroso, de las cosas ridículas que se dicen. Según Samper todo está demasiado poetizado, y añade que no es verdad lo que pasa en el cine. No le gustan las mujeres que usan sostenes negros y medibachas. Para él el hombre que sobrevive a eso es un héroe. Con humor, dice que le encanta y le resulta fascinante la cicatriz en el apéndice de la mujer y las señoras maduras con celulitis. Obviamente critica los estereotipos ridículos de una sociedad. Le interesa hacer el amor y ver un partido de fútbol por televisión de inmediato. Le aburren los mimos de la esposa y las palabras científicas que giran en torno al sexo.
Sin lugar a dudas, vivimos una sociedad más pornográfica que sexual. Más hipócrita que erótica. Tal vez tenga que ver en esto como Mc Donald's impone el patrón monetario. Y los vemos con sus luminosidades por el mundo; eternos, irreales, como El Hombre Araña o Flash Gordon.
Sabemos que para Platón "el amor es una grave enfermedad mental". Para Horacio "en el amor hay dos desgracias: guerra y paz". Para Groucho Marx, en cambio, hablando del matrimonio decía: "El matrimonio es una institución maravillosa, pero ¿quién desea vivir en una institución?".
Seguimos en el tema. Stop. Hago el amor en un ascensor, ella se vuelve loca en ese lugar. Stop. Inflexiones cartaginesas. Stop. Jinetas y prostitutas. Stop. Casamiento gay y manifestaciones evangélicas. Stop. Se mata gente, se secuestra gente. Stop. Está el Cartel de la droga, el de la cultura mediática, el de la estupidez. Stop. El de la demencia. Stop. El de la corrupción, la demagogia y la mafia arrabalera. Stop. Dentaduras postizas y culos con viruela. Stop. Poesía contra la policía. Stop. Coyunturas históricas, ejercicios espirituales. Stop. Carnaval y favela, jadeos y pactos. Stop. Una de cal y otra de arena. Stop. Estamos hartos de tantas mentiras. Stop. Lisandro, mi hijo, me habla de Negu Gorriak. Stop. Me habla de Hipokrisiari stop. Arrevederci.
Carlos Penelas
Buenos Aires, junio de 2010
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