Alcobas, tiempos y canciones
Debo confesar que la mujer amada desapareció de mi vida. Lo comprendo. En verdad terminamos hastiados. No puedo verla ni escuchar su voz. Fue bello mientras duró, inigualable; como siempre. Luego lo echamos a perder; como suele suceder. Ahora ella se aburre de manera fatal con su marido, sus compañeros de trabajo, sus horarios y sus amigas inestables. Pero está en paz con su conciencia, al menos durante el día. Eso, también es así. Sospecho que duerme mal, que mira aumentar su celulitis y siente –otra vez después de tanto tiempo– las interminables jaquecas. El analista deberá reconstruir lo que en parte colaboró en violentar. Pero ese es un claro tema de diván y de inconciencia. Quizá de honorarios. Tal vez de envidia y frustración, por qué no. Por mi parte sólo me resta contarles que estoy descubriendo una nueva dama. Así como no guardo rencor no regreso al pasado. Au revoir, c'est fini.
Esta mujer que miro en detalle es inteligente, atractiva. Su mirada trasmite por momentos desazón y ensueño. Es diferente, por cierto. Y en muchos sentidos con más sensibilidad, con mayor capacidad de creación. Siento cierto temor, cierta inseguridad. Espero que tenga mayor equilibrio emocional, lo cual dudo. En principio me trasmite serenidad y ceguera. Ama la poesía, la música y se muestra delicada. El nacimiento de sus senos es joven e inquietante.
Puedo contarles que mis padres, por empuje y decisión de mi hermana Raquel, me hicieron socio de Gimnasia Esgrima de Buenos Aires. (Un club de categoría, trayectoria, prestigio. Aún era venerada la figura de don Ricardo C. Aldao.) Mis hermanos mayores eran socios y sólo faltaba yo. Tenía por ese tiempo unos diez u once años. Gran parte de mi infancia, adolescencia y juventud fui feliz en sus canchas, en sus grandes espacios, en sus caballerizas. Natación, pelota a paleta, box y sobre todo fútbol, durante toda mi vida. Aún hoy continuo nadando dos veces por semana –por falta de tiempo no voy tres– disfrutando con plenitud. En aquellos años practicaba, además, gimnasia. Y era fácil anotarse en una clase. Había gimnasia sueca y gimnasia clásica. La clásica era elegante y venía de la época helénica. Las mujeres ejercitaban la rítmica o la artística. Mis padres me inscribieron en una variante; gimnasia greco-romana.
Días pasados estuve mirando una publicidad de actividades. Paso a resumir y luego cambiamos de tema. Variantes: fitness, wellness, electrodance, essentials dance, reggaeton dance, aeróbica, hip hop, esferokinesis, pilates, flow stretch, reeducación postural global…
Pierre Louys nació en Gante, Bélgica en 1870 y murió en París en 1925. Fue poeta y narrador, integrante del movimiento simbolista. De ascendencia aristocrática, cursó estudios de filosofía y trabó amistad con su condiscípulo André Gide y más tarde con Paul Valéry. En 1890 fue presentado a Stéphane Mallarmé, uno de los grandes poetas del siglo XIX. Poco después conoció a José María de Heredia. Se relacionó con el medio simbolista, tanto belga como francés, colaborando en publicaciones como La Revue Blanche, Mercure de France y Centaure. Esta última dio a conocer los sonetos de Hamadryades.
A partir de 1892 comenzó a escribir en prosa. Merecen destacarse los relatos líricos Leda, Ariadna y, sobre todo, las Canciones de Bilitis, reconstrucción minuciosa de la lírica lésbica, que fue presentada como una traducción del original; en realidad inexistente. Durante una estancia en Londres, en compañía de Oscar Wilde, bosquejó en verso Afrodita, la novela que lo consagraría y que describe los tormentos de una adolescente en busca del verdadero amor.
Influido por los parnasianos, que escribió varias obras de erotismo refinado. Se casó con una hija de José María de Heredia y fue amigo de Leconte de Lisle. Sus primeros versos, eróticos y preciosistas, tomaron la forma de los poemas líricos griegos, y aparecieron, en 1893, en el libro Astarté. Su segundo libro, Las canciones de Bilitis (1894), uno de sus más conocidos, se hizo famoso, en su tiempo, por la superchería o broma literaria de Louys, ya que lo presentó como la traducción de unos poemas griegos que atribuyó a una poetisa de la edad lírica. Pero nadie discutió su calidad y Claude Debussy compuso sobre estas canciones tres obras musicales.
Debemos hacer una lectura seria de Las canciones de Bilitis, pues nos presenta no sólo sensualidad y fuerza sino un claro sentir erótico e insurrecto, siempre dentro de un canon clásico. Un poeta no siempre recordado. Se ocuparon de este poemario hombres como Apollinaire, Anatole France, Rostand, Rafael Cansinos Assen, Pérez de Ayala, Manuel Altolaguirre, entre otros.
Caro lector, no se haga el distraído. Analice este artículo, no lea superficialmente como los adolescentes o sus padres, y sacará conclusiones. Espero que no sean disparatadas. Hay un hilo sutil que las une, sólo fui dando ciertas vueltas para informarlo de cosas que seguramente no conocía. Usted es mi amigo y mi enemigo, recuerde. Por favor intente ver, mirar, observar la fotografía de George Eastman House de 1918; parece un cuadro de Magritte. Si no la consigue lea Modos de ver de John Berger. Hasta pronto.
Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2010
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