El hechizo
Hoy, cuando fui a mi biblioteca, estaba María Manuela sentada en mi sillón. Observé su cutis hermoso, como siempre. Parecía de porcelana. Y sus bellos ojos, sus ojos castaños, miraban indagando la vida. ¿Has vuelto? pregunté. Desde la infancia que no he vuelto a saber de vos. Me dio un beso en la frente y se emocionó. Luego, habló de sus cosas. También evocó a los abuelos, a mi padre, a mis hermanos. Me preparó una copa de huevo con oporto. En la mesa de la cocina dejó un tazón de arroz con leche. Olía a canela y a cáscara de limón. Me habló en su idioma de lluvias, en el idioma suave y lúcido de la aldea.
Madre: todo se confunde, ahora no te veo y no sé dónde has ido. Quedé embelesado con la imagen de su vestido azul con lunares blancos. El viento movía las sábanas, el sol rozaba la ventana y los malvones. Y no supe más. Y la extraño.
Carlos Penelas
Buenos Aires, febrero de 2012
O feitizo
Hoxe, cando entréi na miña biblioteca, alí estaba María Manuela, sentada na miña cadeira. Observei o seu fermoso cutis. Semellaba de porcelana. E os seus belidos ollos, seus ollos castaños, enxergaban a vida. Voltaches? pregunteille. Dende a nenez que non teño sabido de ti. Deume un bico na fronte i emocionouse. Axiña, falou das súas cousas. Lembrou aos avós, ao meu pai, aos meus irmáns. Me arranxou unha copa de ovos con oporto. Na mesa da cociña deixou un pote de arroz con leite. Ulía a canela e a casca de limón. Faloume na súa lingua de chuvia, no falar mol e lúcido da aldea.
Nai: confúndeseme todo, agora non te vexo nin sei onde fuxes. Quedei engaiolado coa imaxe do seu vestido azul con brancos lunares. O vento movía as sabas. O sol rozaba a xanela e os xeranios. E non souben máis. E estráñoa.
Carlos Penelas
Traducción al gallego: Edmundo Moure
4 comments
Caro e fino poeta:
ResponderEliminarFermoso poema. Emocionoume.
Un abrazo,
Edmundo Moure
Querido Carlos: El texto es hermoso. Los psicólogos con nosotros siempre están “en y de fiesta” – ellos hacen otras lecturas y descubren un sinfín de connotaciones. El tema de la madre nos lo asocian instántaneamente con nuestro Edipo y… (Haciendo caso omiso a todo eso // pienso en que de un mundo de afectos y algún disparador de dolor salen o se desarrollan y potencian los poetas, los artistas…).
ResponderEliminarEs bello a la vez que inquietante porque ella ocupa tu lugar, tu sillón en la biblioteca. Regresa. Sin que haya un dejo de admiración y te traslade a la vida, a un tiempo de la vida, la infancia. Sinónimo de familia y emociones. Y esa asociación o traslación de la madre con la comida (lo bucal). Y para colmo: con una “copa de huevo con oporto” y “arroz con leche” – eso dice de todas las madres // mami lo batía – era ríquisimo. (Ellos / los teóricos / comienzan a hablar de los regresos, del anímus y ánima. Y para colmo los aromas uniéndose pero generando una antítesis: canela-limón. Y nosotros siempre uniéndolas. La lluvia – el agua. Lo que tiene de profundísimo lo materno.
Lo otro es conmovedor. Nunca hay que romper los hechizos.
Luis Alberto Salvarezza
Querido Carlos, ya extrañaba tus textos.
ResponderEliminarUn abrazo de otra madre, un dulce tazón de arroz con leche.
Sandra
Estimado Carlos:
ResponderEliminarDebo decir que me gustó y emocionó mucho este poema, hasta alguna lágrima no contenida. En especial al ver la versión en la lengua materna.
Siempre digo que somos sangre de nuestra sangre, una extensión de nuestros ancestros. No extraña que ellos estén siempre en y con nosotros.
Aclaro que tengo la buena fortuna de tener a mi madre conmigo, con sus ochenta y dos años bien llevados, pero eso no le quita una pizca del sentimiento que me llegó del mensaje inmerso en el poema.
Lo mismo sentí al leer El banco.
Gracias, Penelas.
Un cordial saludo de Arturo Menéndez.(1/8 parte gallego).