La luna roja sobre un sombrero negro.
Una estrella blanca en el pecho del mar.
El silencio del bosque duerme en una torre.
La manzana protege el verdor de la noche.
Con los dedos sostiene la campana de aire.
Beatitud de la cuna bajo los grandes soles.
En los brazos de la madre se inclina el universo.
Acarician al gato, el organillo y el bizcocho.
El molino azul como un soplo rosado junto al muelle.
Banquillo de madera, cardenal en el muro.
En su frente es plenitud y voz la caricia del padre.
Júbilo y alboroto y misterio en los ojos del alba.
Desde el farol de la calle esta lluvia de arena.
La parra de la siesta danza el nacimiento del verano.
Se abren ventanas para que gocen sueños.
La tarde sube la flor descalza de una media.
Revuelo de sábanas en la pereza de la luz.
Como un prodigio su triciclo ilumina los cielos.

Carlos Penelas
Julio de 2014