¿Qué importa el mar, qué importa el cielo?
El himno protege terciopelos y tronos,
la baraja es una clave del tahúr y de la fábula.
Vemos la parábola del fuego, la brutal
profecía de los dioses, la vanidad, la infamia.
Lobos, candelabros, estandartes.
Batallas, máscaras de bronce,
templos con ritos sagrados y sangrientos,
reiteradas confabulaciones, la traición.
Y una plebe embriagada en la mitología
del perdón, la hambruna y el rencor.
Vemos la trama y su agonía, los ídolos,
la moneda del emperador, la risa de la cortesana,
el lecho del escarnio, los puñales con mártires
rodeados de azufre y de liturgia.
También la blasfemia, el tedio, el soborno,
una metafísica de santuarios y bajezas.
¿Qué importa el mar, el aljibe, la belleza?
¿Qué importa la ternura, el honor o el poema
ante tanta demagogia y podredumbre?
Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2014
0 comments