Luis Alberto Quesada fue un hombre de bien. Mi adolescencia y juventud lo tuvieron -lo tiene, lo tiene- como ejemplo de poeta, de conducta, de honestidad intelectual. Un ser amplio, generoso, sin dobleces. Un hombre con humor y con talento. Un hombre que amaba la vida, esto es, la poesía, la música, la pintura, la naturaleza, lo imposible. Toda una vida a su lado, toda una vida viendo su coherencia. Un ejemplo de trayectoria. El último maestro de vida partió Hacia el sol de la Utopía. Llevaba consigo Mineros, El Hombre colectivo. Y España a tres voces.
Nuestro profundo homenaje al poeta, a la República Española, al héroe de la Guerra Civil, a la resistencia antinazi y de las cárceles franquistas. Junto a él la belleza, el viento, la libertad. Junto a él la conciencia de otro universo, el poeta que conjura su vida, el destino que es huella y símbolo, la imaginación como una barca atravesando las aguas de la ignominia. Luis Alberto Quesada: la pasión insondable.