Un poema de nuestro siglo
Es lícito preguntarnos que tipo humano configura la materialidad del poema en ese mundo alegórico y mágico. Porque la alta poética - de universalidad estética - no se limita sólo a la palabra, sino que es actitud total.
Hace años que vengo leyendo distintas versiones y estudios sobre El Cementerio Marino de Paul Valéry. Junto a él la poética de Mallarmé, su profunda visión del lenguaje, su estructura. Pero desde hace tiempo comencé a trabajar con minuciosidad Espacio, el poema inmortal de Juan Ramón Jiménez. Es a mi criterio una obra inmensa y vale el esfuerzo de elaborar un estudio, una lectura paralela. Espero lograrlo; por ahora un anticipo, una mirada fugaz, una aproximación a un universo único. Espacio, reitero, es tal vez el poema más lúcido, más intenso, más profundo de nuestra lengua.
En Corriente alterna, el célebre ensayo de Octavio Paz, podemos leer: “…el admirable poeta de Espacio, uno de los grandes poemas de nuestro siglo”. Más adelante agrega: “Lo que cuenta no es la extensión: “Más tiempo –decía el mismo Jiménez- no es más eternidad”.
Alfonso Alegre Heitzmann nos aclara que “ el poema en sus tres partes se publicó íntegro, en su versión completa en prosa, en 1954 en la revista Poesía Española (Cuadernos Americanos, versión que más tarde, en 1957, se incluyó en la Tercera antología poética con la supresión de algunas líneas del “Fragmento tercero”. Por distintos documentos, sabemos que el poeta empezó a escribir Espacio en 1941. El texto más citado al respecto es la carta que el poeta escribe a Enrique Díez-Canedo el 6 de agosto de 1943.” Es importante señalar que el poema comienza a escribirlo en su exilio en La Florida pero que lo terminará, trece años más tarde, en Puerto Rico.
Juan Antonio González Fuentes en su estudio sobre este poema explicará: “El monólogo interior joyceano, influencia primordial desde cualquier punto de vista en la elaboración de los libros de poesía en prosa de Juan Ramón Jiménez Espacio y Tiempo, es una técnica expresiva del llamado “flujo de conciencia”, cuyo concepto está presente por primera vez en el libro Principios de psicología (1890) del pensador norteamericano Williams James”. A diferencia de James Joyce, el monólogo interior de Juan Ramón pretende, según él mismo escribe, “adherirse de raíz a la lucidez y la coherencia, estableciendo así una sensible distancia con respecto a sus contemporáneos cultivadores del monólogo”. González Fuentes manifiesta que Espacio “…es movimiento mental transformado en puro lenguaje por medio de citas, autocitas, repeticiones, anécdotas, imágenes, polisemias, ocurrencias, entrecomillados, superposiciones, recuerdos, reflexiones, olvidos, clavos y metralla metapoética…”
En una edición titulada El universo de Juan Ramón Jiménez, de ediciones La Torre , se hace un estudio del poema Espacio a cargo de Mercedes Juliá. En esta edición no sólo está completo sino que el estudio realizado aclara detalles que facilitan su comprensión, como alusiones a ciertas personas y lugares que formaban parte de la vida del autor. El poema ocupa unas veinte páginas de las ciento setenta y cuatro del total del libro.
Espacio es un poema en prosa compuesto por tres fragmentos. Un paseo por la mente del poeta, como leer su subconsciente. Su particular forma no está exenta de orden y armonía.
En él nos habla de la vida, la muerte, el amor, el mar, la belleza, el tiempo, el espacio…a veces pasa de un tema a otro sutilmente, otras de manera brusca, lo cual hace que leerlo sea algo trepidante y que atrapa, es, por decirlo de alguna forma, como el movimiento mental.
El primero en saludar el carácter excepcional de ese poema fue Gerardo Diego, a quien va dedicada la edición definitiva. Octavio Paz escribiría en El arco y la lira: “Espacio es uno de los monumentos de la conciencia poética moderna y con ese texto capital culmina y termina la interrogación que el gran cisne hizo a Darío en su juventud”.
Quizá sea vergonzoso, escribe Mercedes Juliá, que no exista al alcance del gran público, y como texto de obligada lectura en las escuelas, una edición crítica del poema Espacio, que ocupa en la obra de Juan Ramón un lugar semejante al de The Waste Land en la obra de Eliot o Le cimetière marin en la de Valery.
El poeta se aparta a su soledad para crear, hay así una dualidad aparente. Tal vez debemos recordar aquello de morada del ser para Heidegger o palabra-verdad de Denis de Rougemont. El poeta, como el ejemplo que hoy traemos, crea eternidades fijas, indiferentes a la angustia o a la alegría del hombre. Juan Ramón, un poeta en su valor puro y despojado, nos ilumina en alucinado ascenso.
Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre 2017
0 comments