La madre
Fue en julio cuando mi madre susurró:
ha nacido de nalgas. También tuvo un presagio:
será poeta, irritable, nostálgico.
Besó mis pies y los astros la vieron.
Recuerdo esa madrugada; celeste, vegetal.
Era frágil la aurora en su mirada.
Ah, hijos, cómo decir la irradiación del cielo,
cómo explicar la lluvia, el fluido, la paz
de ese mediodía, de ese momento
que unía mi corazón al suyo, de ese eco yéndose
en un latido delicado, flotante, ineludible.
Habitaban dioses celtas en las tímidas almas,
subían letanías que escucho en estas horas
como una invocación en un cielo amatista.
Ah, los sagrados dones del agua y de la luna.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 5 de julio de 2018
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