Desde la borda
El solitario retorna al solitario
Proclus Lycaeus
Sólo el umbral,
un trébol y dos alas volando.
También gaviotas y cormoranes
esplendentes sobre la melancolía.
El mar, desnudo, sosteniendo
la arena, el alma y las flotantes
voces despegadas.
(La soledad separa la inmensidad
en el leve aire del otoño).
Había un camposanto
asombrado de estrellas.
Y el aire moviendo unas hojas
junto al recuerdo de los amigos.
Detrás, asomado en el tiempo,
en la claridad del cielo
un poeta era la altura de la ausencia.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 14 de marzo de 2020
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