Palabras salidas de la tarde,
palabras como un largo silencio
en mitad del silencio.
Nada se mueve.
Veo la luna del ropero,
un café frente a la Basílica de Guadalupe.
Siento la aguda nostalgia de los hijos,
una callecita flotante
con luces como lluvias, brumosa.
Creo ver una estrella sostenida en su mano,
una nube tenuísima, un designio efímero,
una isla que crece y se desliza.
Ahora un poema de Pessoa sobre la mesa
en la falible memoria del conjuro.
También la bajamar, orillas tornasoleadas,
la espalda de una mujer en el beso del aire.
Es difícil imaginar en estos días
la beatitud de la infancia.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 12 de abril de 2020
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