“El grueso de la opinión no tiene opinión. Nadie sabe nada.
Gusta o no gusta de las cosas, y nada más”.
Dante Panzeri
Nuestra sociedad es decadente sin pudor. El mundo tiene mil problemas, pero nosotros vamos varios pasos adelante. Un ejemplo fácil de comprender fue el velatorio de Maradona. Barras bravas, una masa emocionada y entristecida, alcohol, drogas, se entra al patio principal de la Casa de Gobierno, se retira el cajón por temor a que se lo lleven, el presidente sale con megáfono a hablar a los hinchas... Un gobierno que no puede organizar un velatorio y una sociedad que cada día es más violenta, brutal, irracional. Sin límites. El único país del mundo que en los últimos veinticinco años aumentó la pobreza, el país con la cuarentena más larga del mundo, sin clases, con miles de muertos por el covid-19, con fantasías hegemónicas, una recesión brutal, inseguridad jurídica, un abuso medieval, drogas, asesinatos, imposibilidad de vivir en el conurbano o en las calles del centro, una vieja complicidad del populismo con el fascismo, la magia, el líder, leyendas y relatos. La memoria de este territorio se mide en semanas, en meses a lo sumo.
Seré breve. No hay que compararnos con nuestros vecinos o con algún país de Europa. Tenemos que comparar esta realidad con la realidad de hace cuarenta o cincuenta años. El mismo país pero con una anomalía institucional sin límite. Nos falta el coro de las tragedias griegas. Por supuesto, esto es más degradado. Debemos recordar que son formas, matices del peronismo, con otros nombres u otros ismos. Pero la raíz es una. La unidad nacional bajo su mando. De lo contrario surge la “antipatria”, lo “cipayo”, lo “neoliberal”. Enfrente, poco y nada. Todo es estructural: diputados, senadores, gobernadores, empleados, policías, docentes, farmacéuticos, panaderos…
La corrupción, el lumpenaje, lo apócrifo, los acólitos, la religión política que profesan, el fanatismo, señales erróneas y confusas, el vaho permanente del triunfo empapelan cerebros. Hay más, pero como decía mi madre, como muestra vale un botón. Manipulación de masas, ritos culturales, alienación, superstición, formas ilusorias, “peste emocional”. El delirio y la desintegración son mayores, es cotidiana, pero no quiero amargarle el café con leche.
Me olvidaba. Hoy vi escrito a brocha sobre la fachada de uno de las escuelas que fundó Sarmiento la siguiente leyenda: “Tumba del saber, cuna del poder”. Entiende por qué hablé de fútbol, de barras bravas, de drogas, de punteros políticos, de dirigentes, de intendentes y de estadios, de goles, de árbitros, de negociados con choripaneros, planes sociales, camisetas, sindicalistas, fuerzas de choque? El gol con la mano no se cobra.
No se olvide de pedir tostadas con mermelada. El café con leche lo merece. Y cuando grite gol, piense. Lo emotivo es saludable, pero no siempre. Lo dice alguien que le gusta ir a la cancha a ver a Independiente, que jugó al fútbol en torneos intercolegiales y hasta los cincuenta y cinco años pisó el césped. Y siento que es un deporte hermoso, lleno de emoción, de placer, de compañerismo. Sí, es verdad: “la pelota no se mancha”. Hasta pronto.
Carlos Penelas
Buenos Aires, 9 de diciembre de 2020
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