Anoche soñé con Pepa a Loba.
Llegó con rostro sereno
como un hechizo que es sombra y memoria.
Habló de Lueiro, evocó una estrella,
recordó el puñal alegórico, mítico.
Le pregunté por la Reina Lupa,
por la hija del Conde de Lemos
y la corona de hierro al rojo vivo.
También por un rey celta que recorrió mares,
epopeyas de arena, desventura.
Pregunté por las ánimas en pena
errantes en las tinieblas,
por el Pedrón en Iria Flavia.
Vi sus manos. Escuché su lengua
que entreteje firmamento y ternura.
Fue un instante de soledad.
Luego nombró a mis padres,
a mis abuelos, a una mujer friulana.
Quizá todo sea mitología
de difusas migraciones. Tal vez
es parte del desasosiego,
de un orden venturoso, distraído.
Ahora su ausencia me rodea.
Carlos Penelas
Buenos Aires, enero de 2022
Llegó con rostro sereno
como un hechizo que es sombra y memoria.
Habló de Lueiro, evocó una estrella,
recordó el puñal alegórico, mítico.
Le pregunté por la Reina Lupa,
por la hija del Conde de Lemos
y la corona de hierro al rojo vivo.
También por un rey celta que recorrió mares,
epopeyas de arena, desventura.
Pregunté por las ánimas en pena
errantes en las tinieblas,
por el Pedrón en Iria Flavia.
Vi sus manos. Escuché su lengua
que entreteje firmamento y ternura.
Fue un instante de soledad.
Luego nombró a mis padres,
a mis abuelos, a una mujer friulana.
Quizá todo sea mitología
de difusas migraciones. Tal vez
es parte del desasosiego,
de un orden venturoso, distraído.
Ahora su ausencia me rodea.
Carlos Penelas
Buenos Aires, enero de 2022
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