Usted, ¿cómo camina por la calle?
Vengo advirtiendo - cada vez más seguido, tal vez de manera incesante – el caminar de la gente por la calle. Sospecho que es parte de la neurosis, del delirio que satura a nuestra sociedad. La demencia, la imbecilidad, la corrupción, entre otras coreografías nacionales y populares, han avanzado en la psiquis de los ciudadanos. Eso es lo que sospecho, amable lector. Pero no me haga caso, soy un señor mayor que escribe poemas.
Foto: Vivian Maier |
En realidad el tema de caminar y las posturas vienen de lejos. Mi madre, doña María Manuela Abad, de niño me indicaba modales, comportamientos, usos y costumbres. Llevar las uñas cortas y limpias, el pañuelo con agua colonia, al bostezar taparse la boca, sonarse la nariz con cada conducto por separado, no apoyar los codos en la mesa durante la cena o el almuerzo, que es lo que está y no está permitido. Procedimientos vicarios, para que nos entendamos. También (lo mismo mi padre) me enseñaba a ceder el asiento a las personas mayores o mirar a los lados de la calle antes de cruzar. Aceptar las opiniones, comer cuando se tiene hambre, dormir cuando se tiene sueño. Mantener una conducta moral. Y además, como se camina por la calle.
La cabeza erguida o pensativa, la mirada atenta o soñadora; el paso firme, confiado, elegante. Mirar hacia adelante y no a los pies. La columna una línea recta. Practicar en casa con un libro sobre la cabeza. No cruzarse con otro, no tocar al otro, no llevarlo contra la pared o confundirlo con vaivenes abandonados. No darle cabezazos o codazos a un vecino o al encargado, no pisarle los talones a la maestra. Eso ha cambiado. La giba (hablo de las mochilas) nos zamarrean sin piedad. En el subte, en el colectivo, en el supermercado. Nos estornudan en la cara y al caminar el lenguaje corporal se parece a la de los simios. Aunque estos son inteligentes, simpáticos y vivaces. Adoro los monos.
La comunicación no verbal al caminar de estos caballeros es tribal, primitiva. La torpeza es notable. Una minusvalía al caminar. Oscilan, parece que tuvieran callosidades en los pies o en el cerebelo, movimientos irregulares y bruscos. No, no son enfermos, son hunos, elementales; no sincronizan. Y no me vengan con Walter Benjamín. Es otra cosa. No, no se trata de una resonancia magnética. No hay ataxia ni dismetría o algo que se le parezca. Es un tema cultural, un tema de bárbaros que andan de carpa en carpa. Jóvenes y no tan jóvenes – estudiantes, empleados, reguetones, no hablo de los marginados que también van cumbiando - patean de esta manera. ¿Familias disfuncionales, tema de drogadicción, el alcohol matutino y nocturno? No, no se trata de habilidades motoras finas. Creo que es otra faceta de la decadencia. Pero no me lleve el apunte, tal vez son pulsiones de una nueva hegemonía. El error es de ese niño que usaba el guardapolvo blanco en el colegio. Y aprendió, gracias a Sarmiento, amar la lectura y el arte.
Perdón, una pregunta: usted, ¿cómo camina por la calle?
Carlos Penelas
Buenos Aires, 7 de junio de 2022
La cabeza erguida o pensativa, la mirada atenta o soñadora; el paso firme, confiado, elegante. Mirar hacia adelante y no a los pies. La columna una línea recta. Practicar en casa con un libro sobre la cabeza. No cruzarse con otro, no tocar al otro, no llevarlo contra la pared o confundirlo con vaivenes abandonados. No darle cabezazos o codazos a un vecino o al encargado, no pisarle los talones a la maestra. Eso ha cambiado. La giba (hablo de las mochilas) nos zamarrean sin piedad. En el subte, en el colectivo, en el supermercado. Nos estornudan en la cara y al caminar el lenguaje corporal se parece a la de los simios. Aunque estos son inteligentes, simpáticos y vivaces. Adoro los monos.
La comunicación no verbal al caminar de estos caballeros es tribal, primitiva. La torpeza es notable. Una minusvalía al caminar. Oscilan, parece que tuvieran callosidades en los pies o en el cerebelo, movimientos irregulares y bruscos. No, no son enfermos, son hunos, elementales; no sincronizan. Y no me vengan con Walter Benjamín. Es otra cosa. No, no se trata de una resonancia magnética. No hay ataxia ni dismetría o algo que se le parezca. Es un tema cultural, un tema de bárbaros que andan de carpa en carpa. Jóvenes y no tan jóvenes – estudiantes, empleados, reguetones, no hablo de los marginados que también van cumbiando - patean de esta manera. ¿Familias disfuncionales, tema de drogadicción, el alcohol matutino y nocturno? No, no se trata de habilidades motoras finas. Creo que es otra faceta de la decadencia. Pero no me lleve el apunte, tal vez son pulsiones de una nueva hegemonía. El error es de ese niño que usaba el guardapolvo blanco en el colegio. Y aprendió, gracias a Sarmiento, amar la lectura y el arte.
Perdón, una pregunta: usted, ¿cómo camina por la calle?
Carlos Penelas
Buenos Aires, 7 de junio de 2022
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