Página de un libro
Foto: Facundo De Zuviría |
Recuerda que al ingresar al salón hizo una reverencia. Una torpe reverencia, en verdad. En él no eran usuales esas actitudes. En verdad, no tenía presente haberla hecho antes. Recordaba el cielo azul, las velas de las barcazas, cierto espíritu sombrío en la mirada de ella. De pronto sintió cierta satisfacción infantil. Algo que no supo comprender o interpretar. Debe ser producto de la embriaguez de la playa, del sol, de la silla de mimbre o aquella falda blanca apoyada sobre el piano de cola. Eso pensó. Pero también pudo haber sido lo evocado en los ojos de esa mujer. En realidad todo había cambiado, todo era ahora lúgubre, malsano. Aquello que comenzó con los latidos del deseo, la levedad y el ensueño se transformaron en tedio, en conversaciones desordenadas y de velada aspereza. El reproche cotidiano, la abulia, la falta de interés, el anhelo fueron ganando espacio. ¿Ella había cambiado, él imaginó un mundo ficticio? ¿Hay hechizos que nos señalan el error, el equívoco? ¿Una expiación? ¿La ilusión del devenir, lo imaginario sin sentido? Dejó que la mente se remontara sin rumbo e intentó descubrir voces interiores. (Leyó: “Le hablaba de mis padres europeos, de un tío croata. A.S. del campo, la sequía, una madre viuda. Nos besábamos en la ducha, detrás de las puertas, en los aviones”.) En el comienzo del mundo todo es vago, caótico, perturbador. Eso pensó muchos años atrás al salir del hospital. La grosería y la impaciencia fueron ganando terreno, despaciosamente, de manera borrosa. La sensibilidad y lo utópico no son buenas compañías, se había dicho. Pero la búsqueda de la intimidad siempre es infructuosa recordó haber escrito en alguna página de su cuaderno. La realidad parecía ser algo innato e innegable en aquella mujer. “También en mi” sospechó haber leído. El lecho, el afecto, el aliento de libertad, la confidencia – que habían sido parte de la pasión – desaparecieron hacía mucho tiempo. Ahora se hablaba del tiempo, de los vecinos, de ciertas compras en el mercado. De los gobiernos, de la corrupción sistemática, de una fotografía en un álbum extraviado. Después de fumar un cigarrillo, de aplastarlo contra el cenicero, fue cuando decidió entrar al salón.
Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 2023
1 comments
Felicitaciones, poeta amigo. Conocía el número a tí dedicado de Todo es Cuenta con tus interesantes narraciones breves. Un fuerte abrazo. Carlos María Romero Sosa
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