El domingo 17 de septiembre Carlos Penelas estuvo nuevamente en el programa "Hablemos de arte", conducido por Nolo Correa, para referirse a "La Creación". Acá el fragmento de su participación.
El viernes 29 de septiembre a las 18:30 horas Carlos Penelas dará la conferencia "Presencia de René Favaloro" en COPIME (Consejo Profesional de IngenierÃa Mecánica y Electricista), Pasaje Del Carmen 776 (entre Viamonte y Córdoba).
Penelas fue colaborador y amigo personal del doctor René G. Favaloro durante más de veinte años, cuando editó su libro Conversaciones con Luis Franco, en 1978, hasta su suicidio.
Fue Jefe de Relaciones Públicas, Miembro del Comité de Ética, Sub-Director de las Ediciones del Centro Editor de la Fundación y Jefe de Coordinación de Pacientes de la Fundación Favaloro y en 2003 escribió Diario interior de René Favaloro.
domingo, septiembre 24, 2023
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Alguna vez ha de ser
la muerte y la vida
me están
jugando al ajedrez.
Gerardo Diego
Hemos leÃdo a Alfonso X de Castilla.
Revelamos páginas del monje dominico Jacobus de Cessolis.
También Palamedes, de quien habló Odiseo,
supo del tablero escaqueado.
Ya persas e indios nombraban
a nobles guerreros y a los cuatro reyes.
Tumbas faraónicas y centauros
ilustraron sueños, leyendas, albas.
Fue mi hermano quien me enseñó a mover
un peón, un alfil, un caballo.
En esa infancia sospeché el albedrÃo y el orden,
lo difuso, las almenas islámicas.
Años más tarde asimilé la heráldica,
cobijé buenas lecturas, el silencio intocado,
el tablero en la poesÃa trovadoresca,
el amor cortés, el roble de una mesa.
Descubrà que era necesario combatir
por una torre, percibir la anotación algebraica,
la defensa siciliana, la apertura española,
el gambito de dama, el fulgor,
los dones sobre un mundo vacÃo.
Amé la lucidez de la bella princesa Dilaram,
favorita del gran visir Murdaui.
La Inmortal y La Siempreviva de Anderssen.
La infancia, la ética, la belleza entreabierta. Y más.
Carlos Penelas
Buenos Aires, septiembre de 2023
Revelamos páginas del monje dominico Jacobus de Cessolis.
También Palamedes, de quien habló Odiseo,
supo del tablero escaqueado.
Ya persas e indios nombraban
a nobles guerreros y a los cuatro reyes.
Tumbas faraónicas y centauros
ilustraron sueños, leyendas, albas.
Fue mi hermano quien me enseñó a mover
un peón, un alfil, un caballo.
En esa infancia sospeché el albedrÃo y el orden,
lo difuso, las almenas islámicas.
Años más tarde asimilé la heráldica,
cobijé buenas lecturas, el silencio intocado,
el tablero en la poesÃa trovadoresca,
el amor cortés, el roble de una mesa.
Descubrà que era necesario combatir
por una torre, percibir la anotación algebraica,
la defensa siciliana, la apertura española,
el gambito de dama, el fulgor,
los dones sobre un mundo vacÃo.
Amé la lucidez de la bella princesa Dilaram,
favorita del gran visir Murdaui.
La Inmortal y La Siempreviva de Anderssen.
La infancia, la ética, la belleza entreabierta. Y más.
Carlos Penelas
Buenos Aires, septiembre de 2023
lunes, septiembre 18, 2023
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"Letralia", revista literaria fundada en Cagua, Venezuela en 1996, publicó en su sitio tres poemas inéditos de Carlos Penelas: "Revelación", "Historias del fuego" y "Presencia de Guido Cavalcanti".
Revelación
Ahora, despierto, te recuerdo.
Llevabas el cabello rebelde
y la cabeza inclinada
velando el balcón de la casona.
Y un vestido azul
con el hombro izquierdo suelto.
HabÃa, lo invoco, una brisa leve
sobre el amanecer del bosque.
(Y todo es nuevo: la voz, el aroma,
los sueños, el deseo).
Luego creo haber visto tu mano
—detrás de un mudo nogal—
saludando desde el tren.
Como si flotase el tiempo.
Como si flotaras.
Historias del fuego
Ahora, despierto, te recuerdo.
Llevabas el cabello rebelde
y la cabeza inclinada
velando el balcón de la casona.
Y un vestido azul
con el hombro izquierdo suelto.
HabÃa, lo invoco, una brisa leve
sobre el amanecer del bosque.
(Y todo es nuevo: la voz, el aroma,
los sueños, el deseo).
Luego creo haber visto tu mano
—detrás de un mudo nogal—
saludando desde el tren.
Como si flotase el tiempo.
Como si flotaras.
Historias del fuego
Como una mujer joven dormida en la tormenta,
como una anestesiada sobre la tierra esférica
Juan Rodolfo Wilcock
cuenta que ArquÃmides incendió en Siracusa
los bajeles romanos. También descubrÃ
que Proclo, en Constantinopla,
incendió la flota de Vitaliano.
De adulto descifré en estas tierras
otros ultrajes, otra tiniebla del puñal.
Caudillos, montoneras, indiadas.
Incendios de la turba,
inciviles desafiantes y bárbaros.
Después, seres primitivos olvidaron la palabra.
Balbuceaban consignas, libraban estandartes,
machacaban el eco de un tirano.
Hoy comprendo que tahúres y hordas
conflagraron Buenos Aires.
Ladinos han despojado el sueño,
el prodigio del candor o la memoria.
Son parte de nuestra mitologÃa,
una ironÃa o burla del cotidiano horror.
El fuego ardió en Londres, en Roma,
en la Biblioteca de AlejandrÃa.
Y en el Templo de Artemis.
Aquà el fuego es menos noble, menos alegórico.
Sólo agonÃa, penumbra, ocaso.
Presencia de Guido Cavalcanti
Pues le conviene duelo al corazón
Recuérdalo, te lo he dicho.
Noche a noche he tocado tu cuerpo
en cada sueño, en cada incertidumbre.
Entiende, soy una sombra frágil
sobre el presente. Intento velar
la libertad erguida desde el rubor,
en el deseo, princesa, del otoño y la lluvia.
Inerme, estremecido,
busco el espejo destejiendo el abismo.
Eso me basta.
Sólo el amor flota en los ojos,
en el lecho que exalta su misterio.
Junto al viento,
como un amante invisible
entre voces acumulando descuido.
miércoles, septiembre 06, 2023
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El diario La Nación publicó una nota sobre "Mar Azul" e incluyó el poema de Carlos Penelas dedicado al bar notable.
Fundado por inmigrantes españoles, el espacio comenzó a funcionar a fines de la década del ‘30.
“Marche un sándwich de crudo y queso en pan francés”, canta, mientras le acerca a un habitué un café con leche con medialunas. “Acá vine con tres facturas, como en los viejos tiempos”, dice y saluda a una pareja que se fue a ubicar al fondo del salón. Previo a sentarse, los treintañeros toman varias fotografÃas.
Pareciera que están sorprendidos con la estética. “SÃ, estoy seguro que fue acá. En esta mesa se filmó una de las escenas de la serie de Fito Páez, “El amor después del amor”, le dice la joven al novio y se sienta en una de las sillas Thonet. Enseguida Don Encina les toma el pedido. El sol invernal se cuela en los amplios ventanales. Afuera está fresco, pero en Mar Azul el clima es cálido e invita al disfrute. Algunos parroquianos leen el diario, otros conversan sobre los vaivenes económicos. La mayorÃa bebe café, pero otros pidieron “un vermucito” para finalizar su jornada laboral. “¿Qué haces Carlitos?”, lo saluda el del puesto de diarios. En este reducto porteño todos se conocen.
Carlos es el dueño y amable mozo del bar. Por su carisma es un personaje muy querido en el barrio (Rodrigo Nespolo) |
Mesas a medida y ventanales de roble
“Mantiene su estética original de la década del 40. No se modificó nada”, reconoce Encina, luciendo su impecable chaqueta blanca de camarero. Cuenta que todas las mesas del bar fueron hechas a medida y que los ventanales son de roble macizo. En las paredes lucen azulejos de vidrio celestes algo desgastados por el paso del tiempo. Mar Azul inauguró en 1939 y desde entonces no cambió de nombre ni locación. Dicen que sus primeros dueños eran españoles, de la ciudad de Alicante. “Le pusieron el nombre del lugar donde ellos tenÃan recuerdos gratos, buscaron algo que los conectara con su tierra”, suma Carlos, quien conoció el bar en el 2006 y se enamoró.
Los inicios en el “Británico”
Don Encina es oriundo de Santiago de Chile y toda su vida estuvo vinculado a la gastronomÃa. En 1974 emigró a Buenos Aires para estudiar Bellas Artes, pero un año más tarde comenzó a trabajar de barman en distintos bares porteños. “En el 76 con la dictadura militar me tuve que ir del paÃs. Ahà vivà un tiempo en RÃo de Janeiro, Brasil, trabajando en barras y años más tarde en La Riviera Maya, México, donde me habÃa armado un chiringuito con batidos y licuados con alcohol. SalÃan mucho los de banana, guayaba, fresas”, rememora. En 1986 regresó a Argentina. Primero comenzó a pintar en distintos puestos callejeros en el barrio de La Boca, en Caminito, hasta que le surgió la posibilidad de arrancar detrás de la barra de “El Británico”, en San Telmo. “Estaba abierto las 24 horas. HabÃa una movida nocturna impresionante. VenÃan todos los músicos del rock nacional”, confiesa, sobre aquel refugio de la cultura y la bohemia. Por sus mesas, atendió a Fito Páez, Charly GarcÃa, el Indio Solari, Enrique Symns, Fabiana Cantilo, Willy Crook, entre otros. Allà estuvo hasta el 2006, cuando el café cerró sus puertas.
Una tarde, Don Encina descubrió en la esquina de Tucumán y RodrÃguez Peña, un pintoresco barcito. Hace seis meses que estaba cerrado. Sus antiguos dueños vendÃan el fondo de comercio. “Cuando entré por primera vez fue amor a primera vista. Fue mi cable a tierra y una de las razones por la que decidà quedarme en Argentina”, confiesa, quien estaba entusiasmado por recuperarlo.
Carlos comenzó a recopilar historias y anécdotas de los vecinos del barrio. Todos tenÃan alguna. “Qué lástima que esté cerrado”, “Estamos huérfanos”, eran algunas de las frases que repetÃan al unÃsono los parroquianos. “El lugar me atrapó”, dice Encina, quien se puso manos a la obra para rescatarlo. Optó por mantener su esencia: mobiliario, los clásicos sándwiches, la vajilla y los recuerdos de otras épocas. Como las botellas de vermú y whisky y la radio de la década del 50. “La barra es la original, pero la tuvimos que revestir ya que estaba muy deteriorada. Los taburetes de cuerina son los mismos de siempre”, reconoce, quien decoró las paredes con fotografÃas antiguas de la ciudad de Buenos Aires: el tranvÃa, el Obelisco a medio construir, oficios de otros tiempos (como el lustrabotas o una antigua fábrica lechera), entre otras reliquias. También incorporó una pequeña biblioteca con libros de arte y de clásicos de la literatura. En poco tiempo, el bar recuperó su esplendor y regresaron los habitués. Entre ellos, los oficinistas, abogados y estudiantes de las facultades cercanas.
“La esquina de la bohemia”, dice una caricatura en una de las paredes. Es que allà fue y será lugar de encuentro de cientos de artistas. Al estar ubicada a pocos metros de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) el bar es una de las paradas obligadas. Cuentan que pasaron por sus mesas pasaron Lito Vitali, Hilda Lizarazu, Kevin Johansen, Fito Páez, Juan Carlos Baglietto y Charly GarcÃa, entre mucho más. Los escritores y poetas también encuentran allà inspiración.
Carlos comenzó a recopilar historias y anécdotas de los vecinos del barrio. Todos tenÃan alguna. “Qué lástima que esté cerrado”, “Estamos huérfanos”, eran algunas de las frases que repetÃan al unÃsono los parroquianos. “El lugar me atrapó”, dice Encina, quien se puso manos a la obra para rescatarlo. Optó por mantener su esencia: mobiliario, los clásicos sándwiches, la vajilla y los recuerdos de otras épocas. Como las botellas de vermú y whisky y la radio de la década del 50. “La barra es la original, pero la tuvimos que revestir ya que estaba muy deteriorada. Los taburetes de cuerina son los mismos de siempre”, reconoce, quien decoró las paredes con fotografÃas antiguas de la ciudad de Buenos Aires: el tranvÃa, el Obelisco a medio construir, oficios de otros tiempos (como el lustrabotas o una antigua fábrica lechera), entre otras reliquias. También incorporó una pequeña biblioteca con libros de arte y de clásicos de la literatura. En poco tiempo, el bar recuperó su esplendor y regresaron los habitués. Entre ellos, los oficinistas, abogados y estudiantes de las facultades cercanas.
“La esquina de la bohemia”, dice una caricatura en una de las paredes. Es que allà fue y será lugar de encuentro de cientos de artistas. Al estar ubicada a pocos metros de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) el bar es una de las paradas obligadas. Cuentan que pasaron por sus mesas pasaron Lito Vitali, Hilda Lizarazu, Kevin Johansen, Fito Páez, Juan Carlos Baglietto y Charly GarcÃa, entre mucho más. Los escritores y poetas también encuentran allà inspiración.
Al bar también le han dedicado varios poemas (Rodrigo Nespolo) |
Aseguran que el bar fue una musa para Arturo Cuadrado y en su poema “Prohibido mirar” dice: “Mar Azul. Cielo azul. Blanca vela…”. Otra parroquiana era Martha Mercader, quien era vecina y pasaba todos los dÃas o David Viñas. Asà como el periodista Enrique Symns. También personalidades de distintos partidos polÃticos Es que casi lindero se encuentra el Comité Capital de la Unión CÃvica Radical. “En un azulejo del fondo hay una bala de una pelea radical de los años 50″, cuenta Carlitos. Antes de convertirse en presidente Alberto Fernández se reunÃa allà con Santiago Cafiero.
Por su estética de otras épocas el bar ha sido elegido para filmaciones de comerciales, pelÃculas y series. Desde publicidades de cerveza hasta de los Mundiales de fútbol. “Les gusta la locación porque mantenemos todo original”, afirma Encina, orgulloso. Allà transcurre una escena de la serie “El Robo Mundial” protagonizada por JoaquÃn Furriel, BenjamÃn Amadeo y Marcelo Subiotto. “El bar es el lugar donde planean el robo. Para esa filmación pintaron todas las paredes de negro. Estuvieron filmando quince dÃas”, detalla.
Por su estética de otras épocas el bar ha sido elegido para filmaciones de comerciales, pelÃculas y series. Desde publicidades de cerveza hasta de los Mundiales de fútbol. “Les gusta la locación porque mantenemos todo original”, afirma Encina, orgulloso. Allà transcurre una escena de la serie “El Robo Mundial” protagonizada por JoaquÃn Furriel, BenjamÃn Amadeo y Marcelo Subiotto. “El bar es el lugar donde planean el robo. Para esa filmación pintaron todas las paredes de negro. Estuvieron filmando quince dÃas”, detalla.
La escena de la serie de Fito Páez que se filmó en el bar |
Otra grabación que le dio gran empuje fue la serie de televisión “El amor después del amor” de Fito Páez. “Aquà sucedió la escena en la que el joven músico rosarino está sentado en la mesa del fondo. Luego se descompone, se lleva las mesas por delante y se arrastra por la vereda en un estado calamitoso”, dice.
En tanto, adelantó que recientemente se filmó una escena para la pelÃcula “No me rompan”, la comedia argentina con Julieta DÃaz y Carla Peterson, que se estrenará pronto en los cines. Carlos hizo de extra. “Me maquillaron y peinaron (risas). En el film actúo de mozo”, expresa, mientras le sirve a una mesa un café con leche (en el tazón de la casa de 350cc) con tres medialunas. “Este es nuestro caballito de batalla”, agrega. Otros dulces para acompañar que tienen gran salida son los alfajores de maicena y la pasta frola.
En tanto, adelantó que recientemente se filmó una escena para la pelÃcula “No me rompan”, la comedia argentina con Julieta DÃaz y Carla Peterson, que se estrenará pronto en los cines. Carlos hizo de extra. “Me maquillaron y peinaron (risas). En el film actúo de mozo”, expresa, mientras le sirve a una mesa un café con leche (en el tazón de la casa de 350cc) con tres medialunas. “Este es nuestro caballito de batalla”, agrega. Otros dulces para acompañar que tienen gran salida son los alfajores de maicena y la pasta frola.
Los carteles de chapa enlozados con frases de época (Rodrigo Nespolo) |
El show de sándwiches
Aunque la gran especialidad de Mar Azul son sándwiches caseros. Todos se preparan en el momento y tienen la particularidad de tener “mucho fiambre”. El cliente puede elegir los panes: árabe, pebete o francés y sus respectivos rellenos. El preferido es el de crudo y queso; y le sigue el de matambre. Sin embargo, la gran vedette es el de milanesa completo con jamón, queso, tomate y lechuga. Además, todos los dÃas hay un plato especial. Desde pastel de papas, spaghetti con bolognesa hasta mondongo a la española (cuando bajan las temperaturas). De postre, pican en punta el flan casero y el queso y dulce. Por las tardes, a la hora del vermut, desfilan los aperitivos con soda y triolet.
“Hay clientes que vienen hace más de tres generaciones y se emocionan al ver que está todo igual. Creo que es importante conservar estos bares históricos, sino nos quedamos sin memoria. A mà me encantó recuperarlo”, concluye Carlos con una bandeja en la mano. A su lado, sobre la barra se encuentra una vasera de acero inoxidable giratoria. Una reliquia de otros tiempos que en Mar Azul continúa brillando.
Agustina Canaparo
Diario La Nación, 31 de agosto de 2023
domingo, septiembre 03, 2023
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