A mis soledades voy,de mis soledades vengo,porque para andar conmigome bastan mis pensamientos.Lope de Vega
Foto: Henri Cartier-Bresson |
Una leve línea invisible
que roza la mirada
en el parque deshabitado.
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El sueño se dispersó en silencio.
Sin palabras me encuentro
en soledad perfecta.
El destino es un intento sin voz.
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En la niñez el mundo era mío.
Luego vinieron ecos del poema.
Hoy la sombra es mutismo, espera.
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Aún siento el pasmo, la ficción de la alcoba,
lo fugitivo de la llama, la devoción.
La mesura y la secreta diversidad.
Pero no recuerdo la lluvia ni la ausencia.
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Es la avidez del sol,
la herencia rememora
una mano azuzando la fuga.
Y un batel nómade, errante.
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Una vez aludí al tiempo,
susurré el nombre de una mujer,
evoqué el mirador de una aldea gallega,
hablé del amor, de la fantasía del amor.
Supe de mis padres, de mis hijos.
Estoy en el balcón de una casona y miro.
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Voy insomne y desnudo
en éste huir de lo inmóvil, distraído
de cielos y de días. Estoy mirando,
desentendido, la voces reclinadas
de otra barca, de otra orilla.
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Una vez el mundo supo ser irreal.
La fantasía era el reino de lo venturoso,
del azar, de la íntima epopeya.
La quimera: una capelina azul
en el fervor del desvarío.
Es recóndito aquello que soñamos.
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Perdura esta despedida
como un espejismo de una raíz secreta.
Sé que es un instante,
un vestigio del hechizo y la marea
en el desorden de un jardín sin mito.
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Hay un estremecimiento, destellos y reliquias.
Los espectros rondan el mantel de mi mesa.
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La palabra es parte de la intemperie;
ilusoria y real busca la avidez de la vida,
mientras la conjuro me conmueve.
Desde lo insomne escribo lo sutil, lo vano.
Cuando no sabíamos hablar
era el silencio y el eco de las aves.
La vida es un ciervo herido
que las flechas le dan alas
Góngora
Carlos Penelas
Buenos Aires, noviembre de 2023
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