Soliloquio del desvelo

by - miércoles, febrero 19, 2025

Buenos Aires, 2025.
Editorial Dunken.
Texto de contratapa Marita Rodríguez-Cazaux.
Fotografía de tapa de Emiliano Penelas.
Poesía.


Soliloquio del desvelo


Quien realmente aprende a ver se acerca a lo invisible.
Paul Celan



Allí, donde se abisma el mar, te sueño.

Dejo la pipa sobre el escritorio y miro.

Se azula el alma, atesora la imagen de la noche.

La desnudez oculta el reclinado silencio,

la mirada perdida, la eternidad sin nombre.

Luego vinieron los océanos, el lenguaje

que cubre las ventanas y los muebles,

la posesión de los ojos sobre el lecho.

El deseo es un sabor hallado

que ilumina tu cabellera perfumando el alba.

Es cuando la intimidad y el aire

engarzan memoria en la ternura.

Sin saberlo, las manos han tocado el infinito.


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1946


Me azora la lejanía; la voz velera,

ese hollado pulso de la sombra.

Es cuando el poema sube su silencio.

Entonces, la soledad revela otra mirada.

La mitología, por último,

acosa al mar errante que nos sueña.


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Retrato


Acuérdate. Es tan sólo una imagen.

Flotabas por encima de la parra

en la felicidad de un tiempo.

El niño y tú eran uno en esa tarde

que flotaba por encima de los techos.

El niño tenía siete años y era feliz en ese patio

envuelto de voces castellanas y gallegas.

Rodeado de reyes, de naves, de corsarios.

Era feliz en una isla desierta, en el lejano oeste,

en una nave espacial alrededor de la luna.

Ahora hay un hombre sentado ante una mesa,

inclinado sobre libros y papeles,

con una pipa en la mano y humo holandés.

Escribe unas líneas ante un niño

que una tarde soñaba por encima de los techos.



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Variaciones sobre Betanzos de los Caballeros


Amigos, a estas tierras se llega

desde el ensueño. Algo que la vida ha cifrado;

una suerte de hidalguía,

de gentilhombre en el exilio con la misiva

de una mujer desventurada.

Lleva su tiempo, amigos, revelar el Mandeo,

las guerras irmandiñas, las cábalas del bosque,

el castro de Untía, las callejuelas,

la farmacia Couceiro, el casco histórico,

escuchar al cronista de la Cidade dos Cabaleiros

don José Raimundo Núñez-Varela y Lendoiro.

El sarcófago con el oso y el jabalí

de Pérez de Andrade o Boo,

el señorío en la torre de Alonso de Lanzós.

Y el Globo de papel más grande del mundo.

Los siete puentes de los siete ríos.

Las siete iglesias y los siete monasterios.

Miremos. Aquí un acuerdo imponderable

con la belleza y la llovizna. Un fulgor en el hechizo

de la noche. Es así, no enfatizo. El tiempo

y el destino abismaron litografías. Otro rito,

entonces, de lo inasible y la ternura.

(San Roque con bordón, sombrero y capa

acompañado de su perro Melampo).

Aquí el reino de mis antepasados,

una memoria que entreteje simetrías.

Esa extraña eternidad que aguardan

los náufragos o los poetas.



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